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Mostrando entradas de agosto, 2011

"DESVARÍO"

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No es una imagen de antaño la que baja la llanura. Reboza mucha frescura, con su capa azul cobalto. Con imagen muy difusa que acrecienta su grandeza, y con gestos de realeza, asume la vida ilusa. A su destino buscaba en un desierto sin nombre, que los dones de ser hombre con mucha niebla tapaba. Con la luz de su esperanza en un largo recorrido, se detuvo en lo vivido y descansó en la añoranza. Los recuerdos aflorados como los almendros en flor, ya no eran causa de dolor; sí, primorosos bordados. Al corcel de su locura le puso brida dorada, y retornó a la cordura de sus sienes plateadas.

LA MAR

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Sedienta estaba la mar, con sus olas tan inmensas y sus ganas tan intensas, de recuperar la pleamar. La tempestad no rugía, los vientos ya se pararon. Las ilusiones volaron, cesaba la gran porfía. Muchos cantos de sirena, a sus oídos llegaron. En reliquias se tornaron, al llegar la paz serena. El icono idolatrado, con realidad es bajado. Ya nunca será adorado, el tiempo lo ha denostado. De sus aguas impetuosas, antes de color muy claro. Se guarda como el avaro, el porqué de tantas cosas. Nadie lo puede predecir, lo que la vida depara. Es la vida como vara, quien se atreve a medir. Se enfadó con el destino, por sentirse como un juego. Reconociéndolo luego, que todos tienen su sino. Y no puede saber la mar, que le espera en su destino. Si fomenta con su sino, las causas de su hondo pesar.

El sueño de Ancor

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Había pasado una noche terrible. Se despertó sobresaltado a consecuencia del sueño que había tenido. No entendía nada de lo sucedido, ni tampoco el significado de lo soñado. Por su condición de Achimencey (noble), pensó que lo mejor era contárselo a su padre. Ancor era el segundo hijo varón del Mencey Sunta, que gobernaba el menceyato de Adeje. Tanto sus hijos como su tribu le respetaban y veneraban, pues le consideraban un hombre muy versado y de gran experiencia. Mientras Ancor narraba a su padre lo acaecido en su sueño, le observaba profundamente en todas sus reacciones. No pudo discernir nada de lo que pensaba, sólo pudo notar cierto matiz de preocupación en sus ojos. Cuando puso el punto y final a su narración, su padre ya había decidido lo que tenía que hacer. El Mencey Sunta no tardó nada en ponerse en contacto con el Guadameñe (sumo sacerdote), y transmitirle lo que le había contado su segundo hijo Ancor. Pidió al sumo sacerdote que convocase a los

El sueño

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" El sueño" Una vez, tuve un sueño... ¡ Un sueño muy bonito ! Pudo haber sido grande, pero se quedó chiquito. Llegó como flor de primavera, como rosa principesca. Y encendió como la yesca, hasta la más yerma quimera. En el puño muy cerrado, lo guardé celosamente. Ni tan siquiera la mente, podía abrir el candado. Quise que conociera a la luna, amiga del alma mía. Y lo arropé, para la noche fría, con la estrella que brilla como ninguna. En mi alma de cruzado, lo abotoné con ternura. Era un sueño de locura, dejando el día a día de lado. Viviendo en las entretelas de pliegues de seda pura, pasé una y más amargura y sufrir el duermevela. Al abrir el puño un día, el sueño, ya no estaba. Se me quedó la sangre helada y empezó la terrible agonía. Mi sueño, ya no era mío, se me había evaporado. Lo vi en otro tejado, y no tenía el semblante sentío.

Don Dimas

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Don Dimas era un hombre muy educado. De gran cultura, correcto en el trato, esmerada educación, y muy amable con todo el mundo. Nadie podía decir que lo había visto alguna vez, con malas maneras ni soltando ningún exabrupto. Últimamente, Don Dimas no era muy dichoso con su comportamiento. No entendía lo que le estaba ocurriendo desde hacía unos meses. Su proceder y forma de comportarse, no eran propios de la educación que había recibido y de lo orgulloso que se sentía por ello. Lo curioso de la situación, es que mentalmente seguía pensando correctamente como antes. Aparentemente continuaba siendo el mismo, pero no había manera de controlar los gestos de su cara, ni gobernar sus brazos y piernas que no le obedecían. Lo que más le molestaba de la nueva situación, era oír cómo le tachaban de loco agresivo y persona nociva cuando pasaban por su lado. No le iban a creer y por tanto se ahorraba el dar explicaciones de lo que le sucedía, del por qué al cruzarse en la cal

Un toque de animación

El viaje del paraguas from nestor melian on Vimeo .

El templario

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Prisionero de sus dudas el templario cavilaba, y al infinito miraba con mirada de gran Buda . Ojos de gran esperanza en su cara relucían, y sus pestañas cubrían las penas de su semblanza. ...... Pertrechado con sus galas y de bandera la razón, se fue al campo del corazón para cortarles las alas. La lucha fue muy desigual al llegar los sentimientos, ya lo decían los vientos porqué no tenía rival. ...... Una brisa de cordura suavizaba la sinrazón. No luches con el corazón y contemplalo con dulzura. Son guerras como perdidas que la razón no comprende, son como cosas de duendes que las hacen muy sentidas.